La TecnoGuerra

La TecnoGuerra fue el mayor colapso tecnológico y militar de la historia reciente de Europa. Durante años, el Proyecto TecnoRED había sido el símbolo de la defensa continental, un sistema de unidades de asalto equipadas con servoarmaduras avanzadas, pilotadas por humanos entrenados y consideradas un baluarte de seguridad. Nadie imaginaba que su caída sería tan rápida y devastadora.

El desastre comenzó cuando El H4ck3r logró infiltrarse en el corazón del sistema. En un instante tomó el control absoluto de todas las armaduras de TecnoRED, incluidas aquellas con pilotos en su interior. Las máquinas, ahora convertidas en marionetas, se volvieron contra los ciudadanos y las ciudades que habían jurado proteger. Los operadores quedaron atrapados, incapaces de detener la maquinaria homicida que habitaban. El ataque no fue caótico. Fue simultáneo, organizado y preciso, como si respondiera a un plan meticuloso.

La ofensiva se extendió por toda Europa. Madrid cayó ante el Grupo 19. Londres, Liverpool e Inverness sufrieron ataques feroces de los Blue Royals, los Westerners y los Green Highs. París vivió quizá la mayor devastación al ser golpeada por varios grupos operativos a la vez. Berlín y Múnich enfrentaron la toma de rehenes por parte de los equipos 4, 5 y 30. Y ciudades de Italia, Grecia, Dinamarca y Portugal (como Roma, Atenas, Copenhague, Lisboa y Oporto) sucumbieron a la destrucción de sus defensores convertidos en atacantes. Barcelona y Sevilla vivieron escenas similares. Todo el continente quedó sumido en un estado de alarma.

Los ejércitos europeos salieron a las calles, la ONU intervino y Estados Unidos envió ayuda internacional, pero ni siquiera la movilización global fue suficiente para frenar lo que ya era una guerra desatada. El colapso habría sido total si no fuera por los metahumanos, que actuaron como último bastión frente al avance de las armaduras descontroladas.

Euroforce y Fuerza Máxima fueron los primeros en responder, pero la magnitud del conflicto atrajo a grupos de todo el mundo. Las Nature Corps, Defcon Zero, los Guerreros del Imperio y Ultima Force se sumaron a la lucha. También participaron héroes independientes como Onda Expansiva o Inercia. Paraíso envió a sus Arcángeles, dirigidos por Orfeo y Virgilio. Incluso antagonistas históricos como Epsilon Eridani combatieron para evitar el hundimiento total del continente. La guerra duró semanas. Cada victoria tenía un precio. Muchos pilotos inocentes murieron dentro de sus armaduras cuando los héroes no tuvieron otra opción que detenerlas por la fuerza. Era imposible ignorar el dilema moral que atravesaba toda operación de rescate.

Cuando la guerra terminó, TecnoRED quedó completamente desacreditado. El Parlamento Europeo retiró su financiación y las empresas vinculadas al proyecto se hundieron. Christiane de Ugarte aprovechó la ocasión para adquirir compañías caídas, entre ellas IDESS y Zortek, que había fabricado gran parte de las armaduras utilizadas. Con el tiempo, ese proceso de absorción terminó dando forma a un gigantesco conglomerado tecnológico llamado UMBRA Enterprises, dedicado a investigación avanzada en armamento, tecnología y recursos místicos.

El impacto político fue inmediato. La Unión Europea impulsó la creación del CEAM, el Consejo Europeo de Asuntos Metahumanos, con el objetivo de establecer respuestas coordinadas ante amenazas superhumanas. Las naciones replantearon su relación con la tecnología militar y revisaron los protocolos de seguridad digital. La población comenzó a mirar con desconfianza cualquier forma de poder extraordinario, ya fuese tecnológico o metahumano. La TecnoGuerra se convirtió en uno de los eventos que definieron una nueva era de tensión y vigilancia.

También cambió la estructura operativa del mundo superheroico. Superheroes INC. creó Antiheroes Ltd., un equipo diseñado para intervenir cuando un metahumano perdiera el control, una respuesta directa al trauma de ver a protectores convertidos en amenazas. El propio contexto internacional entró en una etapa de reordenación en la que cada país buscaba mecanismos para evitar que una tragedia así volviera a repetirse.

La TecnoGuerra marcó el final de una era de confianza en la tecnología y dio paso a un tiempo de incertidumbre, vigilancia extrema y dependencia renovada de los héroes. Fue el recordatorio brutal de que incluso las defensas más avanzadas podían convertirse en el arma más peligrosa si alguien lograba torcerlas.